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Informe sobre la cadena de suministro investiga la deforestación vinculada al cultivo de palma en Colombia

Jun 09, 2023Jun 09, 2023

El 19 de abril, el Parlamento Europeo aprobó una ley destinada a frenar la deforestación. Esta legislación prohíbe las importaciones de café, cacao, carne vacuna, soja, aceite de palma (y una serie de sus derivados), madera, caucho, carbón vegetal y papel impreso que puedan estar relacionados con la deforestación o que se hayan obtenido de ella.

Según un comunicado de prensa del Parlamento Europeo, para cumplir con la ley, las empresas sólo podrán vender dichos productos a la Unión Europea después de emitir una declaración que certifique que los productos no provienen de tierras deforestadas, bosques primarios irreemplazables o de áreas donde la degradación forestal ocurrió después del 31 de diciembre de 2020.

Ante estos cambios en la legislación internacional y junto con la posición de Colombia como el cuarto productor de aceite de palma en el mundo (después de Indonesia, Malasia y Tailandia), la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) Países Bajos y AidEnvironment llevaron a cabo una investigación sobre la palma de Colombia. cadena de suministro de petróleo. La investigación analizó seis estudios de caso de empresas productoras y comercializadoras de aceite de palma colombiano.

El estudio, “Descubriendo la cadena de suministro: aceite de palma de Colombia a la UE”, muestra cómo funciona esta cadena de suministro, desde los sitios de cultivo en los campos colombianos hasta el consumo en los países europeos. La investigación también alerta sobre los riesgos y las amenazas directas e indirectas de la deforestación en zonas donde se ubican empresas que cultivan y procesan aceite de palma. Según la investigación, entre 2021 y 2022 se quemaron 23.311 hectáreas (57.602 acres) en áreas cercanas a donde operan las seis empresas, y la deforestación en áreas aledañas a las instalaciones de las empresas alcanzó las 3.807 ha (9.407 acres) entre 2011 y 2022.

“En primer lugar, queríamos dar un panorama de los flujos comerciales entre Colombia y la Unión Europea y básicamente mapear a todos los actores en este proceso. En segundo lugar, también queríamos observar más de cerca lo que está sucediendo sobre el terreno”, explica Sander van Andel, experto principal en conservación de la naturaleza de la UICN Países Bajos y coautor de la investigación. “Hicimos este estudio porque el aceite de palma es uno de los cultivos vinculados a ciertos cambios de uso de la tierra, así como a algunas irregularidades e ilegalidades, pero no teníamos el panorama completo”.

Colombia representa el 2,3% de la producción mundial de palma aceitera, cifra equivalente a al menos 1.838 millones de toneladas de aceite de palma al año, según el estudio. La mayor parte del aceite de palma se cultiva en el departamento del Meta, seguido de Santander, Cesar, Magdalena, Casanare y Bolívar.

La investigación muestra que, de esta producción, el 52% se destina al mercado interno y el 48% a la exportación internacional. Según los datos de 2020 citados en el informe, la mayoría de las ventas exteriores se destinan al mercado europeo y a otros países latinoamericanos, principalmente Brasil y México.

El estudio identificó y examinó las partes interesadas involucradas en la cadena de suministro de aceite de palma desde Colombia hasta la Unión Europea. Luego, estos resultados se combinaron con el monitoreo en tiempo real de plantaciones de palma aceitera con altos niveles de deforestación y otras amenazas sociales y ambientales en las regiones con mayor producción del cultivo.

Se identificaron seis estudios de caso de empresas vinculadas a 11 molinos de aceite de palma. Las empresas destacadas en la investigación son Poligrow Colombia, Agropecuaria Santamaría, Agropecuaria La Rivera Gaitán, Riopaila Castilla, Grupo Daabon y Oleoflores.

Los tres primeros se ubican en la zona sur del departamento del Meta, mientras que Riopaila Castilla se encuentra en el departamento de Vichada. Grupo Daabon está en Santa Marta y Grupo Oleoflores tiene oficinas en los departamentos de Norte de Santander, Bolívar y Cesar.

“Queríamos investigar qué nivel de deforestación se puede encontrar en la cadena de suministro de aceite de palma. Un punto importante es que la deforestación y las quemas no han cesado desde 2020 (fecha límite establecida por el reglamento de la UE para permitir la compra de petróleo de tierras deforestadas), pero la pérdida de bosques desde esa fecha no ha sido a gran escala. Además, se utilizan miles de hectáreas para la producción de aceite de palma para biodiesel”, afirma van Andel.

Van Andel también destaca las disputas relacionadas con los lugares de cultivo y procesamiento de la palma. Muchos de ellos son históricos, datan de hace 10 o 20 años, pero ocurrieron en áreas donde ahora se produce petróleo. Otro tema importante es que muchos sitios de cultivo y sus molinos de procesamiento asociados están muy cerca de donde terminan las fronteras de deforestación, lindando con áreas con cobertura forestal. "Existe cierta conexión entre la deforestación y el aceite de palma", añade van Andel.

Para Sarah Drost, investigadora de AidEnvironment y coautora del estudio, otros aspectos de los hallazgos de la investigación también son pertinentes, como los procesos de conversión de tierras que afectan las fuentes de agua y causan problemas sociales. "Creo que hay lagunas en la regulación de la Unión Europea, porque no incluye estas dos consideraciones".

Los resultados del estudio también sugieren que la superficie dedicada al cultivo de palma aceitera ha aumentado considerablemente en los últimos 10 años. Según un informe de la Federación Nacional de Palmicultores (Fedepalma), en 2011 la superficie neta sembrada de palma aceitera en Colombia ascendía a 391.187 ha, pero para 2022 era de casi 600.000 ha.

“Aún no contamos con políticas y estándares suficientes para la trazabilidad de la palma”, dicen investigadores de la Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible (FCDS) sobre las amenazas que representa esta falta de trazabilidad desde el origen hasta la comercialización.

Aunque la ley de la Unión Europea exige la compra de palma certificada de zonas sin deforestación, no existe una legislación nacional que asegure su origen. "Debemos permanecer vigilantes, no sólo en el mercado internacional, sino principalmente en el mercado interno, porque el mayor porcentaje de la palma se queda en el país", dice la FCDS.

Otro tema a considerar, según la FCDS, es el de los cultivos provenientes de fuentes informales e incluso ilegales. A la ONG le preocupa que los cultivos plantados en 2018 en San José del Guaviare, en la Reserva Forestal de Segunda Ley de la Amazonía colombiana, no fueron hechos por empresas adheridas a Fedepalma y se consideran plantaciones informales. “Estamos muy preocupados porque la fruta que sale de las plantaciones de San José del Guaviare podría ser dirigida a plantas procesadoras de las empresas analizadas en el estudio”.

La FCDS agrega que la palma colombiana es reconocida como palma sustentable, pero cuando se trata de regiones con poca presencia institucional, existe una alta posibilidad de que frutos de palma de fuentes informales o ilegales estén llegando a plantas de extracción catalogadas como sustentables. “Por este motivo, estamos aconsejando a las plantas extractoras que implementen mecanismos de trazabilidad mucho más estrictos”.

Según el “Barómetro del Aceite de Palma Colombia 2020”, elaborado por Solidaridad, organización internacional dedicada al desarrollo de cadenas de valor inclusivas y sostenibles, el 28% de la producción de palma del país es sostenible. Aunque la cifra es baja, es superior a la alcanzada por los principales productores del mundo: Indonesia con el 19% y Malasia con el 23%.

Las seis empresas fueron seleccionadas para la investigación con base en la posible presencia de deforestación, incendios y otras formas de conversión de vegetación nativa en la zona donde están ubicadas las empresas. También tomaron en cuenta su proximidad a la frontera de deforestación existente en Colombia, a territorios indígenas, a áreas naturales protegidas y a áreas donde se han plantado cultivos ilícitos.

Otros criterios incluyeron la conexión de las empresas con la contaminación de los ríos cercanos y si se habían presentado denuncias de acuerdos de tierras controvertidos o quejas ante la Mesa Redonda sobre Aceite de Palma Sostenible (RSPO), entre otros problemas socioambientales. Además, los ejemplos presentados en el estudio “muestran que los flujos de aceite de palma que ingresan al mercado de la UE están vinculados a molinos de aceite de palma situados cerca de áreas con claros indicios de quema de sabanas, daños ambientales a las cuencas hidrográficas y desplazamiento de grupos indígenas o campesinos a través de procesos forzados”. o acciones injustas”, explica la publicación.

La FCDS ha venido siguiendo de cerca las actividades de Poligrow Colombia, Agropecuaria Santamaría y Agropecuaria La Rivera Gaitán, ubicadas entre la zona de transición Orinoco-Amazonía, en el departamento del Meta. “Hemos estado realizando un monitoreo constante junto con Fedepalma porque esta zona tiene un valor ecológico estratégico para el país. Compartimos la preocupación de que productores no miembros estén avanzando con plantaciones en áreas ecológicamente importantes del Amazonas y estamos trabajando juntos para advertir sobre estas presiones”.

La FCDS señala que si bien los principales impulsores de la deforestación en el Amazonas son el acaparamiento de tierras y la consolidación económica a través de la ganadería extensiva, también es importante considerar el aceite de palma como un factor. “Queremos llamar la atención sobre la importancia de establecer límites estrictos a la actividad productiva en la Amazonia. Necesitamos incentivar el manejo productivo del territorio”, dicen los investigadores, y añaden que es motivo de preocupación el estado de ecosistemas como los bosques de morichal.

A Drost, de AidEnvironment, lo que más le preocupa es Poligrow Colombia porque está certificado por la RSPO. Contar con esta certificación es garantía de la sostenibilidad ambiental y social de un producto. Sin embargo, Drost dice que la empresa tiene un historial de conflictos socioambientales.

Según el estudio, Poligrow Colombia, ubicada en el municipio de Mapiripán en el Meta, tiene una estructura de grupo empresarial complicada y opaca. El estudio señala que, desde que comenzó la plantación de palma aceitera en 2010, las actividades dentro y alrededor de su propiedad han estado vinculadas a quejas sociales y ambientales que van desde el desplazamiento forzado de comunidades indígenas hasta la degradación y contaminación ambiental.

También hay una investigación en curso de la RSPO sobre su filial Poligrow Italia en relación con una denuncia que alega que sus tierras de cultivo de palma “fueron obtenidas mediante intimidación y sin el debido consentimiento de los propietarios indígenas”. Según actas recientes de la RSPO, fechadas en marzo, una respuesta al caso está pendiente de la auditoría de la empresa por parte de la unidad de certificación de la RSPO.

El informe también afirma que la planta procesadora de Poligrow está ubicada muy cerca de donde termina la frontera de deforestación y comienza el bosque, así como de territorios indígenas y áreas de producción de cultivos ilícitos.

"Aunque no podemos decir con certeza que las fábricas de extracción de aceite de palma estén relacionadas con el avance de la deforestación, se podría decir que, en el futuro cercano, los sitios de palma aceitera probablemente se expandirán a áreas que actualmente están siendo deforestadas", dice Drost.

Agropecuaria Santamaría también figura entre los casos de estudio del informe porque su planta de producción de aceite, Aceites Cimarrones, procesa cultivos para tres empresas que exportan a Europa. El informe señala que Agropecuaria Santamaría es miembro de la RSPO y, por lo tanto, se ha comprometido a no quemar, deforestar ni perder Altos Valores de Conservación. Sin embargo, las investigaciones muestran que entre 2011 y 2021 se registraron 1.466 ha (3.622 acres) de deforestación y, en el último año, 247 ha (610 acres) de tierra fueron quemadas muy cerca de su sitio de producción de aceite de palma.

La planta procesadora de palma de Agropecuaria Santamaría también está ubicada en el Meta, cerca de la frontera de deforestación y áreas de producción de cultivos ilegales.

La siguiente en la lista de empresas es Agropecuaria Rivera Gaitán, también ubicada en el departamento del Meta. Su fundador, Reinel Gaitán Tangarife, fue detenido en febrero de 2022, acusado de ser el mayor deforestador de Colombia y vinculado a delitos ambientales como minería ilegal, soborno y fraude. Según el estudio, Agropecuaria Rivera Gaitán se enfoca en el cultivo, extracción, producción y comercialización de aceites, grasas y derivados del aceite de palma.

En el marco del informe se examinaron otras tres empresas con plantas procesadoras de palma. Riopaila Castilla, una empresa ubicada en el departamento de Vichada, está formada por otras 29 empresas y utiliza 50.000 hectáreas de tierra arrendada para sus cultivos, pero, según el informe, ha sido acusada de haber creado empresas artificiales en para comprar el terreno que arrienda. Además, entre 2021 y 2022 se quemaron unas 16.200 ha (40.000 acres) de tierra alrededor de su planta de procesamiento.

Finalmente, están el Grupo Daabon, con sede en Santa Marta (Caribe colombiano), y el Grupo Oleoflores, que tiene oficinas en Bolívar, Cesar, La Guajira y Norte de Santander. El informe afirma que el Grupo Daabon, uno de los cinco principales proveedores de aceite de palma a Colombia, Europa y otros países latinoamericanos, está siendo investigado por la RSPO por condiciones laborales inadecuadas.

Cuando se le pidió un comentario, el Grupo Daabon informó que “la denuncia fue retirada por el mismo organismo sindical en enero de 2023”. Respecto a las áreas quemadas y deforestación ocurridas cerca de las instalaciones de la empresa, el Grupo Daabon también afirmó que desconoce cómo se produjeron estos incidentes y que “no tenemos intención de expandirnos a áreas que han sido quemadas o deforestadas”. El panel de quejas de la RSPO también dice que el proceso se cerró cuando se retiró la acusación.

El estudio continúa afirmando que existe un conflicto de intereses que afecta al Grupo Oleoflores porque la empresa es propiedad de Carlos Roberto Murgas Guerrero, ex ministro de Agricultura. Murgas Guerrero fue “uno de los inversionistas en la campaña política a la presidencia de Álvaro Uribe Vélez en 2002. La empresa también formó parte de generosos esquemas gubernamentales de subsidios y exenciones tributarias que han sido vinculados con corrupción asociada al pago de favores políticos a autoridades legales. y actores ilegales”, afirma el informe. Además, la empresa mantiene una disputa con residentes rurales por tierras en el departamento de Bolívar.

Mongabay Latam se puso en contacto con las seis empresas para pedirles su opinión sobre los hallazgos del estudio. Daabon Group respondió, mientras que Poligrow y Riopaila Castilla dijeron que responderían pero no habían enviado sus respuestas al momento de la publicación. Agropecuaria Rivera Gaitán, Agropecuaria Santamaría y Oleoflores no respondieron.

Según el informe, los seis estudios de caso muestran que los flujos de aceite de palma que ingresan al mercado de la UE están vinculados a molinos de aceite de palma cercanos a áreas con claros signos de quema de sabanas, daños ambientales a las cuencas hidrográficas y desplazamiento de grupos indígenas o residentes rurales a través de tierras forzadas o injustas. existen acuerdos.

Carlos Devia, profesor de la facultad de estudios socioambientales y rurales de la Universidad Javeriana, dice que las sabanas son uno de los ecosistemas que más le preocupan en relación con la producción de palma aceitera, porque la palma aceitera se está sembrando en sabanas de los llanos orientales. “Las áreas que solían tener pastos naturales de sabana se están convirtiendo en plantaciones de palma de la noche a la mañana. La gente dice que no hay deforestación, pero el ecosistema de sabana está siendo reemplazado”.

Devia explica que plantar palma en este ecosistema tiene “un impacto poderoso” porque, al estar ubicado en zonas sin precipitaciones suficientes, hay que instalar un sistema de riego aprovechando los ríos cercanos. Luego, durante la temporada de lluvias, una gran cantidad de lluvia inunda las sabanas y desemboca en los ríos. Sin embargo, cuando los pastos de la sabana son reemplazados por palma aceitera, la mayor parte de la lluvia no llega a los cursos de agua porque permanece en los cultivos de palma. “Esto afecta la dinámica de las aguas de los ríos, lo que a su vez afecta las sabanas que antes estaban inundadas. Esto significa que la condición de la sabana está cambiando hacia áreas de cultivo con alta demanda de agua, lo que a su vez afecta la demanda de agua de la zona”.

En este sentido, Devia coincide en que la legislación de la Unión Europea podría tener vigencia en Colombia. “Estas medidas involucran a la sociedad civil de manera práctica en temas que son relevantes, lo que a menudo genera conflictos en el mercado”.

El informe señala que Colombia es el sexto proveedor de aceite crudo de palma a la Unión Europea, con más de 200 toneladas de aceite crudo de palma exportadas al continente en 2021. César Corredor, coordinador de la Alianza de Bosques Tropicales Colombia, señala que si bien Algunos palmicultores han optado por la deforestación cero y están produciendo palma sostenible, la nueva regulación de la Unión Europea “obligará a nuevos palmicultores a adoptar estas prácticas”. Además, a medida que la certificación de palma sostenible adquiera mayor relevancia en el mercado interno, los productores que incurran en prácticas ilegales quedarán atrás. “Creo que el camino a seguir es seguir trabajando en la formalización y asegurar que todo el sector pueda cumplir con esos estándares”, añade.

Sin embargo, Corredor también dice que cree que es necesario dar pasos importantes para que el país cuente con mecanismos de reporte suficientemente sólidos, no sólo relacionados con la producción, sino también con las actividades ilegales e informales que causan deforestación. “La regulación no debería aplicarse sólo al lado de la producción, sino también de una manera que lleve a los países importadores, junto con la Unión Europea y otros mercados importantes, a examinar los problemas relacionados con la deforestación de una manera mucho más profunda. Creo que la regulación será muy eficaz y desempeñará un papel importante en la reducción de este fenómeno”.

Corredor dice que cree que se necesita un sistema de monitoreo tan completo a nivel de finca para ayudar a registrar información precisa sobre dónde está ocurriendo la deforestación, junto con un sistema de trazabilidad de productos.

Imagen de portada: Campo de cultivo de palma aceitera en Colombia. Imagen cortesía de Álvaro Avendaño.

Esta historia fue reportada por primera vez por el equipo de Mongabay en Latam y publicada aquí en nuestro sitio en Latam el 11 de mayo de 2023.

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